Por: Luis Alberto Arias, Economista.
En el año 2010, en la mina San José que está a 30 km al noroeste de la ciudad de Copiapó, 33 mineros chilenos quedaron atrapados a 720 metros de profundidad. Inmediatamente después empezaron las tareas de rescate, abriendo un pozo suficientemente ancho con el objeto de enviar una cápsula de rescate hasta ese crucial punto. Con ese fin, se prepararon tres planes alternativos. Si el plan A fallaba, podía resultar el plan B y el C. Si el B fallaba podía resultar el plan C. 69 días después fueron rescatados con vida los 33 mineros, en lo que se considera el más exitoso rescate de la historia de la minería a nivel mundial.
La economía peruana en marzo del 2020 cayó en un pozo de 40 metros de profundidad producto de un encierro forzado dirigido a mitigar la primera ola del brote del coronavirus. Al respecto, si bien estamos logrando salir de dicho pozo más rápido de lo pensado, nos encontramos en el pico de una segunda ola del virus que nos ha hecho caer a un nuevo pozo en febrero, aunque de menor profundidad que el primero. Empero, no se descartan nuevas caídas en lo que resta del año.
El gobierno para salir del pozo, basa su estrategia en lo sanitario en la vacunación y en lo fiscal en el aumento de la inversión pública, la bala de oro, como la ha denominado el ministro de economía. Nos preguntamos qué es lo que puede pasar si uno de los planes falla. ¿Será un plan suficiente para sacarnos del pozo?
La vacunación, objetivamente, anda demasiado lenta. Varios factores inciden en ello. El primero, inicialmente confiamos casi exclusivamente en la vacuna Sinopharm. Luego, debido a retrasos de los laboratorios y al estallido del “vacunagate”, del contrato de 38 millones anunciado en enero, solo llegó un millón de vacunas. El segundo, solo está llegando vacunas elaboradas por Pfizer, las cuales por su exigente sistema de refrigeración solo pueden ser usadas en Lima y en dos o tres departamentos adicionales. El tercero, aun cuando llega poco, se vacuna mal. No existen criterios claros para asignar las vacunas y su distribución y aplicación está fragmentada en diversas instituciones (Essalud, Minsa, Fuerzas Armadas y Policiales, gobiernos regionales, seguros privados). Cada una de ellas distribuye y aplica las vacunas según sus propios criterios.
La inversión pública, luego de un comienzo del año lento, logró mejorar algo en febrero. Según el BCRP a febrero la inversión pública había caído 4% en comparación con el mismo periodo del año anterior. En marzo si ha habido una recuperación significativa que ojalá se mantenga a lo largo del año, sobre todo en el segundo semestre con el cambio de autoridades.
Claramente se ve que la vacunación y el aumento de la inversión pública, vale decir los dos planes que aplica el gobierno para sacar a la economía del pozo son insuficientes. Necesitamos, con carácter de urgente, mejorar sustancialmente estos dos planes, para mejorar su eficacia, e incorporar al menos un tercer plan.
En lo que respecta a la vacunación necesitamos comprar más vacunas. Las que tenemos llegarán a partir del segundo semestre y puede ser demasiado tarde; porque le estaríamos dando tiempo al virus para desarrollar otras cepas, probablemente inmunes a las vacunas
El gobierno ya ha anunciado negociaciones con el laboratorio Gamaleya que fabrica la vacuna rusa Sputnik, así como con otros laboratorios. Necesitamos concretar estas negociaciones a la brevedad y destrabar los problemas que existan con Sinopharm. Respecto a la vacunación, todas las instituciones deben coordinar y establecer, como lo vengo señalando hace semanas, un solo criterio: vacunar por edad.
En lo que respecta a la inversión pública, parece que hay una conjunción de factores que van a permitir que los buenos resultados de marzo se sostengan por un tiempo: la aprobación anticipada de los presupuestos modificados de los gobiernos locales, cosa que antes nunca se hizo, la ejecución de los proyectos de reconstrucción del norte, largamente postergadas, mediante los mecanismos de gobierno a gobierno, y el monitoreo y capacitación permanente que realiza el MEF. Todo ello debe continuar en el segundo semestre con las autoridades que asuman.
El tercer plan que debe incorporarse es la entrega de nuevos bonos de ayuda a la población. Los nuevos bonos no solo ayudan a reducir la pobreza, como el FMI ha puntualizado, sino que permiten aumentar la demanda agregada e impulsar la reactivación. Además, en algo ayudan a respetar los confinamientos. La pregunta es si tenemos espacio fiscal para otorgar más bonos y la respuesta es que el mencionado espacio si existe tanto porque nuestro nivel de endeudamiento sigue siendo de lo más bajos en América Latina, como porque los ahorros del fisco son aún importantes. Deuda y ahorros deben ser utilizados con responsabilidad.
En conclusión, debemos afinar los dos planes que estamos utilizando e incorporar un nuevo plan. Ello, si efectivamente se quiere tener éxito para rescatar a nuestra economía, tal como sucedió con los mineros de la mina de San José.
Fuente: Gestión