Una nueva ola mundial de COVID-19, desastres naturales en China y Alemania, y un ciberataque dirigido a los principales puertos sudafricanos.
Los acontecimientos han conspirado para empujar a las cadenas de suministro mundiales a un punto de quiebre, amenazando el frágil flujo de materias primas, piezas y bienes de consumo, según empresas, economistas y especialistas en transporte marítimo.
La variante Delta del coronavirus ha devastado partes de Asia y ha llevado a muchos países a impedir el acceso a tierra de los marineros, lo que ha dejado a los capitanes sin poder rotar a las cansadas tripulaciones y a unos 100,000 trabajadores varados en el mar más allá de los períodos convenidos, retrotrayendo la situación a la del 2020 durante el apogeo de los confinamientos.
“Ya no estamos a punto de una segunda crisis de cambio de tripulación, estamos en una”, afirmó Guy Platten, secretario general de la Cámara Naviera Internacional. “Es un momento peligroso para las cadenas de suministro mundiales”.
Dado que los buques transportan alrededor del 90% del comercio mundial, la crisis de las tripulaciones está interrumpiendo el suministro de todo tipo de productos, desde el petróleo y el mineral de hierro hasta los alimentos y la electrónica.
La naviera alemana Hapag Lloyd describió la situación como “extremadamente difícil”.
“La capacidad de los buques es muy reducida, los contenedores vacíos son escasos y la situación operativa en algunos puertos y terminales no mejora realmente”, dijo. “Esperamos que esto dure probablemente hasta el cuarto trimestre, pero es muy difícil de predecir”.
Mientras tanto, las mortíferas inundaciones en los gigantes exportadores China y Alemania han trastornado aún más las líneas de suministro mundiales, que todavía no se habían recuperado de la primera oleada de la pandemia, comprometiendo billones de dólares de actividad económica que dependen de ellas.
Las inundaciones chinas están reduciendo el transporte de carbón desde regiones mineras como Mongolia Interior y Shanxi, según el planificador estatal, justo cuando las centrales eléctricas necesitan combustible para satisfacer el pico de demanda del verano.
En Alemania, el transporte de mercancías por carretera se ha ralentizado considerablemente. En la semana del 11 de julio, mientras ocurría la catástrofe, el volumen de envíos retrasados creció un 15% respecto a la semana anterior, según datos de la plataforma de seguimiento de la cadena de suministro FourKites.
Nick Klein, vicepresidente de ventas y marketing en el Medio Oeste de la empresa taiwanesa de transporte y logística OEC Group, señló que las empresas se esforzaban por liberar las mercancías apiladas en Asia y en los puertos estadounidenses debido a la confluencia de las crisis. “No se va a despejar hasta marzo”, dijo.
Más penurias para las automotrices
Las industrias manufactureras también sufren. Los fabricantes de automóviles, por ejemplo, se ven obligados de nuevo a interrumpir la producción por los brotes de COVID-19.
Toyota Motor Corp dijo esta semana que tuvo que detener las operaciones en plantas de Tailandia y Japón porque no podía conseguir piezas.
Stellantis suspendió temporalmente la producción en una fábrica del Reino Unido porque un gran número de trabajadores tuvo que aislarse para detener la propagación del virus.
La industria ya se ha visto muy afectada este año por la escasez mundial de semiconductores, principalmente de proveedores asiáticos. A principios de este año, el consenso de la industria automovilística era que la escasez de chips se reduciría en el segundo semestre del 2021, pero ahora algunos altos ejecutivos afirman que se mantendrá en el 2022.
Un ejecutivo de un fabricante de piezas de automóviles de Corea del Sur, que suministra a Ford, Chrysler y Rivian, dijo que los costos de las materias primas para el acero que se usan en todos sus productos se habían disparado, en parte debido a los mayores costos de transporte.
“Si se tiene en cuenta el aumento de los precios del acero y del transporte, nos cuesta un 10% más fabricar nuestros productos”, afirmó y pidió que no se mencionara su nombre debido a lo delicado del asunto.
“Aunque intentamos mantener nuestros costos bajos, ha sido un gran reto. No es sólo el aumento de los costos de las materias primas, sino que también se han disparado los precios de los envíos de contenedores”.
El mayor fabricante de electrodomésticos de Europa, Electrolux, advirtió esta semana de que se agravan los problemas de suministro de componentes, que han obstaculizado la producción.
Domino’s Pizza informó que las interrupciones en la cadena de abastecimiento estaban afectando a la entrega de equipos necesarios para construir tiendas.
Dificultades en EE.UU. y China
Las cadenas de suministro se están resintiendo en Estados Unidos y China, motores económicos del mundo que representan en conjunto más del 40% de la producción económica mundial. Esto podría provocar una ralentización de la economía mundial, junto con un aumento de los precios de todo tipo de bienes y materias primas.
Los datos estadounidenses publicados el viernes coinciden con la opinión cada vez más extendida de que el crecimiento se ralentizará en el último semestre del año, después de un segundo trimestre en auge impulsado por el éxito inicial de los esfuerzos de vacunación.
“Los problemas de capacidad a corto plazo siguen siendo preocupantes, ya que limitan la producción de muchas empresas del sector manufacturero y de servicios, al tiempo que hacen subir los precios a medida que la demanda supera la oferta”, dijo Chris Williamson, economista jefe de IHS Markit.
La lectura “flash” de la firma sobre la actividad en Estados Unidos cayó a un mínimo de cuatro meses en julio, porque las empresas están lidiando contra la escasez de materias primas y mano de obra, lo que está avivando la inflación.
El enigma es inoportuno para la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, que se reúne el próximo martes y miércoles, sólo seis semanas después de dejar de referirse al coronavirus como un peso para la economía.
La variante Delta, que ya está obligando a otros bancos centrales a plantearse un ajuste de sus políticas, está avivando un nuevo aumento de los casos en Estados Unidos, y la inflación se ha situado muy por encima de las expectativas
“Necesitamos abastecer los almacenes”
Los puertos de todo el mundo están sufriendo atascos como no se habían visto en décadas, según agentes del sector.
La Asociación de Puertos de China afirmó el miércoles que la capacidad de carga sigue siendo escasa.
“El sudeste asiático, la India y la industria manufacturera de otras regiones se ven afectados por un repunte de la epidemia, lo que hace que algunos pedidos se dirijan a China”, añadió.
Union Pacific, uno de los dos principales operadores ferroviarios que transportan mercancías desde los puertos de la costa oeste de Estados Unidos hacia el interior, impuso el pasado fin de semana una suspensión de siete días de los envíos de carga, incluidos los bienes de consumo, a un centro de Chicago donde los camiones recogen las mercancías.
La medida, que pretende aliviar la “importante congestión” de Chicago, presionará a los puertos de Los Ángeles, Long Beach, Oakland y Tacoma, según especialistas.
Un ciberataque afectó esta semana a los puertos sudafricanos de contenedores de Ciudad del Cabo y Durban, añadiendo nuevas interrupciones en las terminales.
Por si todo esto no fuera suficiente, en Reino Unido la aplicación oficial de salud ha indicado a cientos de miles de trabajadores que se aíslen tras el contacto con alguien con COVID-19, lo que ha llevado a los supermercados a advertir de escasez de oferta y a algunas gasolineras a cerrar.
Richard Walker, director general del grupo de supermercados Iceland Foods, recurrió a Twitter para instar a la gente a no hacer compras por pánico.
“Tenemos que ser capaces de abastecer a las tiendas, de llenar los estantes y de entregar los alimentos”, escribió.
Fuente: Reuters