Por Rafael Zavala Batlle
Docente en Gestión del Talento Humano de la Universidad de Piura
Los sueños empiezan con la ambición de mejorar los recursos personales. Decidir en qué tres o cuatro cosas se quiere destacar y convertirse en una autoridad mundial. Pueden ser ambiciones personales o profesionales. Uno de los peores enemigos para hacer que se cumplan los sueños es el miedo, es nuestro temor a fallar, a equivocarnos, y por ello simplemente preferimos no tomar la iniciativa para empezar a cumplirlos.
Un punto por tomar en cuenta es el optimismo, ver las cosas siempre por el lado bueno: eso hará crecernos frente a las dificultades.
En un artículo reciente de la revista Entrepeneur, se mencionan cuatro principios esenciales que debe adoptar cualquier persona que quiera conocer el éxito.
1. Claridad: debe saber con absoluta claridad quién es y a dónde quiere llegar en la vida, tanto en el ámbito personal como en los ámbitos laboral y espiritual. Para ello necesita objetivos y planes por escrito para cada etapa de su vida.
2. Competencia: para ser realmente exitosos y felices. Debe ser muy bueno en lo que hace y, proponerse pertenecer a los mejores de su área.
3. Enfoque: habilidad para concentrarse en las cosas más importantes hasta que hayan sido terminadas será un prerrequisito esencial para el éxito.
4. Coraje: se requiere mucho coraje para tomar los riesgos necesarios para ser exitoso. Uno es exitoso si es feliz, y es feliz si está con la conciencia tranquila de saber que hace lo correcto para él o ella y para los que lo rodean.
Creo que la gente altamente exitosa es aquella que vive con las luces altas, es decir, que se traza objetivos a largo plazo en los distintos escenarios de su vida, en el plano de desarrollo personal, familiar, espiritual y profesional, y busca la manera de hacerles un seguimiento perseverando en todo aquello que deba mejorar. Ayudará también tener una coherencia entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace.
Otra de las cualidades más importantes es la humildad para saber reconocer a tiempo los errores y la perseverancia para ser constante en los objetivos trazados; vale más concentrarse en pocos objetivos pero no parar hasta terminarlos que querer estar en todo y al final no lograr nada.
Quizá la tarea más inaplazable sea definir concretamente cómo empezar a implementar esto en nuestras vidas.
Fuente: El Peruano