El aumento de los precios de los metales debería significar más ganancias para las empresas mineras, pero son el resultado de otro tipo de factores que también elevan los costos para los productores, como la escasez de energía y los cuellos de botella logísticos.
El último impulso en los futuros de cobre y zinc se produce inmediatamente después de una crisis energética global que ha comenzado a perturbar las fundiciones de las que dependen muchos mineros para procesar lo que extraen del suelo. Eso es excelente para los precios de los metales refinados, pero sugiere mayores aumentos en las tarifas de fundición y refinación que ya se encuentran en los niveles más altos desde el comienzo de la pandemia.
Para empresas como MMG Ltd. que envía principalmente metales semielaborados llamados concentrados, esas altas tarifas de tratamiento reducen el beneficio de los elevados precios de los metales. Por otro lado, los productores con mucha capacidad de fundición interna, como la chilena Codelco y KGHM Polska Miedz SA de Polonia, son menos vulnerables.
Otro impacto de las interrupciones logísticas y la inflación es la restricción global del ácido sulfúrico utilizado en algunas operaciones mineras, alcanzando precios no vistos desde al menos 2013.
Si bien algunas fundiciones producen ácido sulfúrico como subproducto, la tecnología SX-EW que se emplea ampliamente en Chile lo utiliza como materia prima. Eso convierte a la industria minera chilena en uno de los usuarios más intensivos de este material.
Sin duda, la magnitud del repunte del metal probablemente compensa con creces esos aumentos de costo para la mayoría de los mineros. Pero la industria prestará mucha atención a los mercados energéticos durante los próximos meses en busca de signos de un mayor ajuste.
Fuente: Agencia Bloomberg