Taiwán, la isla por la que Estados Unidos y China irían a la III Guerra Mundial (Video)

Taiwán

Con la caída de la Unión Soviética, parecía que el mundo había desterrado para siempre la amenaza de una hecatombe nuclear. Pero el auge de China, y su cada vez mayor rivalidad con Estados Unidos, han traído una «Nueva Guerra Fría» que ha despertado viejos fantasmas del pasado. Aun así, el principal riesgo no está en la creciente pugna ideológica entre el autoritario régimen de Pekín y el resto de democracias, enfrentados por la política pero unidos por la economía, sino en una isla de 23 millones de habitantes que podría hacer saltar las chispas de un conflicto global: Taiwán.

Separada de China continental por los 180 kilómetros del Estrecho de Formosa, que en su tramo más corto tiene solo 130 kilómetros, Taiwán es uno de los puntos más calientes del planeta. Con el nombre oficial de República de China, que fue fundada en el continente hace 110 años tras la revolución que destronó a la última dinastía imperial, en esta isla se refugió el Gobierno nacional del Kuomintang (KMT) cuando su presidente, el generalísimo Chiang Kai-shek, perdió la guerra civil contra Mao Zedong en 1949. Mientras este creaba en el continente la República Popular China, Taiwán permanecía aparte del régimen del Partido Comunista y, hasta sus primeras elecciones libres en 1996, estuvo bajo la dictadura del KMT. Gobernada en la actualidad por el Partido Democrático Progresista (PDP) de la presidenta Tsai Ing-wen, Taiwán es una de las democracias más libres y ricas de Asia, pero solo la reconocen 15 pequeños Estados, entre ellos el Vaticano.

Como depositaria del Gobierno de la República de China, Taiwán estuvo en la ONU hasta que, en 1971, fue expulsada por votación de la Asamblea General y su asiento fue ocupado por la República Popular. Desde entonces, ha ido perdiendo presencia internacional por el auge del régimen de Pekín, que exige cortar lazos con Taiwán y adherirse a la política de «una sola China» para establecer relaciones diplomáticas.

Siguiendo esta tónica, EE.UU. cambió sus lazos diplomáticos con Taiwán por China en 1978, pero sigue siendo el principal aliado de la isla y su mayor suministrador de armamento. Además, al año siguiente promulgó el Acta de Relaciones con Taiwán, que obliga a la Casa Blanca a defender la isla en caso de un ataque, por lo que una invasión china podría desatar una guerra entre dos superpotencias con armas nucleares.

Pero Pekín ha prometido que reunificará la isla, que es un país soberano «de facto», y responderá con las armas a una declaración formal de independencia. Para ello, en 2005 aprobó la llamada «ley antisecesión» y su retórica belicista se ha endurecido desde que la presidenta Tsai Ing-wen llegó al poder en 2016. Frente a su antecesor del KMT Ma Ying-jeou, que hasta celebró una cumbre con el presidente chino, Xi Jinping, en Singapur en 2015, Tsai tiene un marcado discurso soberanista que repele a Pekín.

La hora de la verdad

Debido al auge imparable de China al mando de Xi Jinping, el líder más autoritario desde Mao, muchos analistas temen que se esté acercando la hora de la verdad para Taiwán. Cada vez más crecido por su progreso económico y militar, el régimen de Pekín ha multiplicado sus amenazas y provocaciones sobre la isla. Con motivo del Día Nacional de China el 1 de octubre, 149 aviones de combate, entre cazas y bombarderos, penetraron esa semana en la Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIF, en sus siglas en inglés) de Taiwán.

Aunque se cuidaron de no invadir su espacio aéreo, la tensión volvió a elevarse hasta el punto de que su ministro de Defensa, Chiu Kuo-cheng, alertó de que la situación «es la más seria en los últimos 40 años» porque cualquier «pequeño descuido» o «error de cálculo» puede desatar «una crisis que dé lugar a una invasión de la isla por parte de China». Eso es lo que el Gobierno taiwanés teme a partir de 2025, cuando Pekín estaría plenamente preparado para lanzar un «ataque a gran escala». «Es capaz de hacerlo ahora, pero tiene que calcular el coste a pagar y qué tipo de resultados desea obtener. Después de 2025, los costes y las pérdidas se reducirán al mínimo», señaló Chiu ante el Parlamento para justificar un aumento del gasto militar.

A los 471.700 millones de dólares de Taiwán (14.517 millones de euros) previstos para el próximo año en Defensa, el Ejecutivo quiere añadir otros 240.000 millones más (7.386 millones de euros) para comprar armamento fabricado en la isla durante el próximo lustro. A tenor del periódico ‘South China Morning Post’, el 64 por ciento de ese dinero se destinaría a reforzar las defensas contra una posible invasión china con nuevos misiles y corbetas invisibles al radar. Además de tener ya a tiro las principales ciudades chinas de la costa, Taiwán está desarrollando un proyectil con un rango de 1.200 kilómetros, llamado Yun Feng, para llegar al interior y alcanzar objetivos estratégicos en caso de guerra, como la presa de las Tres Gargantas.

Pero también se enfrenta a la amenaza de los 1.500 misiles que la apuntan desde la cercana costa de China, que militarmente es muy superior. A las recientes incursiones aéreas, que demuestran su capacidad para lanzar ataques coordinados desde distintos puntos, se suman la ampliación y blindaje de las bases a lo largo del litoral chino.

A pesar de esta creciente tensión, la última encuesta de opinión muestra que el 50,2 por ciento de los taiwaneses ve improbable una guerra. En caso de que la hubiera, el 60 por ciento no cree que vaya a estallar en los próximos diez años, frente al 18 por ciento que piensa que sí.

«Si los dirigentes de Pekín son racionales, deberían evitar la fuerza. Pero este asunto es bastante emocional para China porque apela a su nacionalismo y es la última pieza para limpiar su llamado ‘siglo de humillación’. Por eso no descartamos que China acabe usando la fuerza contra Taiwán», advierte el profesor Wen-cheng Lin, de la Universidad Nacional Sun Yat-sen.

Ante el peor escenario

Tras la anexión rusa de Crimea, que le salió gratis a Putin, la posibilidad de una invasión china de Taiwán ha ganado peso por el debilitamiento de Occidente con la pandemia del coronavirus y la retirada de EE.UU. de Afganistán. Pero el profesor Lin no cree que ambas situaciones sean comparables. A su juicio, «el Gobierno afgano, que recibió el apoyo americano durante veinte años, no pudo ganarse el corazón de su pueblo y solo puede culparse a sí mismo. Mientras Afganistán es un Estado fallido, Taiwán es uno de los países más democráticos del mundo y más del 70 por ciento de los jóvenes está decidido a defenderlo».

Aunque confía en que «EE.UU. no abandonará a Taiwán por sus fuertes intereses económicos, políticos y de seguridad», también advierte de que la isla «debe prepararse para el peor de los casos, que Washington no acuda al rescate». Pero deja claro que «Pekín también ha de prepararse para lo peor: que EE.UU. intervenga».

Además, en contra de China juega el creciente autoritarismo de Xi Jinping, como se vio en la abrumadora reelección de la presidenta Tsai en 2019 tras las protestas por la democracia en Hong Kong. «Después de que Pekín rompiera su promesa del modelo ‘un país, dos sistemas’ y aplastara al movimiento democrático en Hong Kong, la mayoría de la gente en Taiwán rechaza esa opción y nunca confiará en el Partido Comunista», analiza el profesor Lin. Pero también aclara que «el Gobierno del PDP no declarará la independencia formalmente porque su obligación es mantener la paz. Solo podrá hacerlo en dos momentos: cuando China lance un ataque contra Taiwán o cuando caiga el régimen del Partido Comunista». Con el precedente de la Unión Soviética en la anterior ‘Guerra Fría’, los taiwaneses siguen esperando a ver qué ocurre antes.

Fuente: ABC

Written by Miguel Ampudia Belling

Abogado por la UNMSM. Maestrando en Gerencia Pública por la Escuela de Posgrado - Universidad Continental. Miembro fundador del Grupo de Estudios de Derecho Mineroenergético – GEDEM. Director de Peruweek.pe.
(Contacto: +51 980326610 | peruweek@peruweek.pe)

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