Por: Rafael Mery Nieto (Director LATAM en Mirada 360º | Estrategia para Firmas Legales | Lawyer | Professor of Law & Economics)
AlterWork, junto a El Confidencial, presentaron hace unos días la Radiografía de la transformación digital en los despachos, un excepcional trabajo donde muestran el estado de la transformación digital en el sector legal español. Es 2022 y la lectura de un informe como el de AlterWork resultaba esperanzadora. Por fin se le daría la razón a todos los «expertos» del sector legal que vienen anunciando un cambio de paradigma en la abogacía y no quedaría más que reconocer que Richard Susskind tenía razón cuando anunciaba, allá por 1996, que las tecnologías de la información transformarían la profesión legal. En efecto, había llegado el momento que nos viene anunciando una mediática consultora española especialista en innovación y LegalTech: «el sector legal está viviendo una transformación que está cambiando el paradigma».
Sin embargo, al leer el informe uno se encuentra con que la realidad suele ser diferente a nuestra imaginación. El cambio de paradigma parece estar aún en la imaginación de algunos, porque lo que nos muestra la realidad -de la que el estudio no es sino una fotografía- es precisamente lo contrario. No se ha producido el gran salto digital que muchos pronosticaban.
Eva Bruch y Jordi Estalella, autores del informe, destacan que «no se ha materializado el avance en transformación digital preconizado desde numerosos púlpitos y que la pandemia no ha actuado de fuerza catalizadora del insondable cambio digital que muchos esperábamos». Así como hay cosas que pasan por algo, hay otras que por algo no pasan.
Los abogados son conservadores y están entrenados para ser adversos al riesgo. La innovación no es un motor que mueva a la industria legal. Y la tradicional estructura y modelo de negocio de las firmas legales pone un énfasis desmedido en el corto plazo y en la generación actual de ingresos. Según el estudio, «dos tercios de los despachos no vinculan la retribución al cumplimiento de objetivos de innovación y transformación digital».
Dicho de otra manera, la innovación en la industria legal «no paga». Los despachos siguen ganando dinero con su modelo de negocio. A nivel global, la facturación del sector jurídico español en 2020 creció un 1,9% y ya veremos cómo creció el 2021. En medio de una pandemia y de una crisis económica, los abogados siguen ganando dinero. Y lo hacen sin un plan de transformación digital (2/3 de los despachos no posee un plan de transformación digital); sin lanzar nuevos servicios (1/3 de las firmas no ha lanzado ningún servicio o producto nuevo en los últimos tres años); basados en la misma propuesta de valor de siempre (6 de cada 10 despachos opinan que su mayor propuesta de valor es el trato personal que prestan a los clientes); sin preocuparse de los ALSP (más de la mitad de los despachos no conoce a los proveedores alternativos y el 18% ha oído hablar de ellos, pero ignora su funcionamiento); y sin un uso intensivo de la tecnología (1/3 de los despachos no usa tecnología para gestionar los proyectos).
En tiempos como los que corren, abundan como peste los profetas, y lo que nos muestra el informe es que, si atendemos a la realidad, la industria legal española -y podemos sin equivocarnos extender la misma conclusión a otras latitudes- no está viviendo una transformación ni mucho menos un cambio de paradigma.
El único fenómeno que ha modificado la fisonomía de la profesión legal en los últimos años es su masificación. La masificación de la profesión legal, cuestión que ha experimentado España, pero también todos los países del mundo, sin excepción, ha transformado la forma de ejercicio de la profesión legal y ha modificado la cultura interna de la abogacía. La masificación no solo ha aumentado la competencia y ha obligado a los despachos de abogados a competir en un mercado que hasta hace poco se parecía a un club de elite, sino que ha incrementado la diversidad y ha obligado a una mayor distribución de las rentas.
En 1998, tras fracasar en el Campeonato del Mundo de Remo, Ben Hunt-Davis y el resto del equipo británico de remo se dieron cuenta de que, si seguían haciendo lo mismo, seguirían obteniendo lo mismo que hasta entonces. Es decir, muchos séptimos puestos. Así que decidieron enfocar las cosas de forma diferente, de forma crítica, haciéndose la misma y sencilla pregunta en cada conversación, decisión y acción que emprendían: «¿Hará que el bote vaya más rápido?».
El equipo británico de remo liderado por Ben Hunt-Davis obtuvo la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Sídney del 2000 porque supieron centrarse en lo que es importante, centrarse en el rendimiento para obtener resultados y trabajar juntos con eficacia.
La incorporación de tecnología en los despachos de abogados es un trabajo de equipo, y al momento de hacerlo es bueno recordar a Ben Hunt-Davis y preguntarse si hará que el despacho vaya más rápido. Para simplificar el proceso, innovar y mejorar el rendimiento.
Fuente: El Confidencial