Por: Edmundo Lizarzaburu Bolaños (Profesor de la carrera de Administración y Finanzas de la Universidad ESAN)
Cuando se habla de compliance uno considera que es un tema nuevo, pero en realidad no es así y tiene una larga tradición en empresas anglosajonas. Nace en Estados Unidos en los años 70 y 80, cuando, tras grandes escándalos de corrupción y financieros que afectaron a importantes compañías, se dictó la Foreign Corrupt Practices Act o FCPA (1977), que incluyó requerimientos y prohibiciones en materia de sobornos, libros y registros.
A lo largo de los años, se han establecido diversas normativas y estándares con la finalidad de alinear estos temas en las organizaciones, siendo los más representativos: Gestión de Riesgos (se tiene la ISO 31000:2018), Gestión Antisoborno (ISO 37001:2016), Gestión de Compliance (ISO 37301:2021), Gestión de Canal de Denuncias (ISO 37002) y Gobernanza (ISO 37000).
Todos convergen en la necesidad de acciones de prevención, análisis de contexto y grupos de interés. Tener información y mecanismos para dar seguimiento a las metodologías que se implementen para mitigar las diversas situaciones que puedan ocasionar no solo el incumplimiento de objetivos, sino también un daño en la reputación de la empresa (riesgo reputacional).
Ante esta necesidad de herramientas, mecanismos y gestión, la tecnología representa no solo una oportunidad para la gestión de compliance, sino además el motor para promoverlo a todo nivel en la sociedad.
Tener suficientes recursos para ejercer su cometido es esencial de la función de compliance, junto con la autoridad y la independencia; por ello, la tecnología juega un papel vital para analizar datos, automatizar procesos, mayor alcance de información, mejor acceso a la toma de conciencia, entre otros.
En el último año, el uso y demanda de este tipo de avances tecnológicos se ha incrementado significativamente; por ejemplo, en la gestión de la información del canal de denuncias o las capacitaciones a los colaboradores.
De cara al futuro, la transformación tecnológica de la industria financiera y otras probablemente continuará porque los empresarios e innovadores siguen examinando formas de alterar a los intermediarios financieros tradicionales.
Al igual que el auge de la nueva tecnología, el ascenso de la función de compliance durante las últimas décadas ha cambiado drásticamente las operaciones de muchas instituciones en diversas industrias, producto de una mayor complejidad en la regulación y la gestión de los mercados en general, en la búsqueda de simetría de información y reducir los delitos que se pueden presentar en materia de lavado de activos, financiamiento contra el terrorismo, corrupción, cohecho, entre otros que, como sociedad, no podemos permitir.
El uso de la tecnología es útil en la medida en que los parámetros, indicadores y modelos son claros, validados y, sobre todo, auditados.
Fuente: El Peruano