Rafael Zavala
Experto en Gestión del Talento Humano de la Universidad de Piura.
En medio de un entorno empresarial que valora cada vez más la innovación como un requisito si ne qua non para el éxito, es lógico que se busque innovar. Quizá valdría la pena reflexionar sobre el concepto de innovación e incorporar un componente de transformación.
Esta, por su carácter permanente y por la persistencia requerida para alcanzarla, debe ser asumida por los líderes como el requisito indispensable no solo para innovar, sino sobre todo para sobrevivir y construir organizaciones sólidas que crezcan y permanezcan. Así, los ingredientes son: perseverancia, para continuar hasta alcanzar el objetivo; paciencia, para sobrellevar las dificultades, y capacidad de priorizar tareas y de no vivir obligados a crear algo nuevo todos los días, sino a hacer mejor las cosas.
Hay que cultivar estos ingredientes. Y es que los grandes descubrimientos de la humanidad, los que realmente clasificarían como innovaciones, fueron producto de la perseverancia, la paciencia y, sobre todo, de la capacidad del hombre de redescubrir la verdadera función de las cosas.
Es entonces el esfuerzo constante y sostenido, y no única o necesariamente la innovación, la matriz del éxito empresarial. Una mirada contraria a esta puede conducir incluso a la insatisfacción y a la mediocridad. El objetivo no es descartar la innovación de plano, sino entenderla en su total dimensión y con detalle, para darle su espacio como generadora de transformación.
¿Cómo medimos el éxito de nuestras organizaciones o de nosotros? ¿Con un metro o un reloj? El primero nos permite medir nuestros pasos y ver qué tanto hemos avanzado. El reloj medirá nuestra persistencia y constancia. Es decir, cuánto tiempo aguantamos en cada paso y, por lo tanto, cuánto nos esforzamos nosotros y nuestras organizaciones para trabajar con detenimiento cada uno de los pasos necesarios para transformar.
La primera regla de la innovación es, entonces, la constancia y comprender esta como un necesario ejercicio de paciencia, tolerancia y resistencia a la frustración.
La innovación, aquella que realmente transforma, se cocina a fuego lento. El secreto está en la ilusión de terminar las cosas empezadas, darles un significado, y convertir los proyectos en productos que realmente cambien una realidad.
La clave reside en una transformación personal, y esta debe ser el requisito no solo para innovar, sino también para conseguir empresas sólidas, duraderas, que crezcan y que sean reconocidas por su desempeño y su cultura empresarial. No vamos a transformarnos leyendo artículos, sino desarrollando nuestro talento para saber en qué y como transformar, esforzándonos, y con mucha paciencia, sabiendo que no ganamos nada enfadados con el tiempo.