Por: Manuel Romero Caro, Economista.
La combinación de las bajas calificaciones académicas de los integrantes del gabinete Bellido, la falta (o nula) experiencia en el sector público y la excesiva carga ideológica, ya están empezando a pasar factura. Por ejemplo, si Béjar no hubiera salido por la incalificable ofensa a la Marina, pronto se hubiera evidenciado su imposibilidad de liderar las negociaciones para que lleguen a tiempo los millones de vacunas que requiere con urgencia nuestro país para cumplir con la meta de inmunizar a la mitad de la población antes de la llegada del pico de la tercera ola del covid.
Si bien existen diversos ejemplos de ineficiencia en el gabinete, en el tema de las vacunas lo que está en juego es la vida de los peruanos. Es que, si bien se han firmado contratos por 98 millones de dosis, solo han llegado 16 millones. Al haber aumentado la demanda de vacunas en todo el mundo por la intensidad de la tercera ola del covid, no podemos esperar sentados a que nos lleguen en los plazos previstos, sino que a través de nuestras delegaciones diplomáticas en los países desde donde operan los fabricantes de vacunas hay que negociar y presionar para que los despachos lleguen a nuestro país en las fechas requeridas. Para lo cual se requiere un trabajo coordinado entre la Cancillería, el MEF y el Ministerio de Salud, que funcionó adecuadamente en el Gobierno anterior. Pero que no está sucediendo lo mismo en la administración Castillo porque, como hemos visto, Béjar tenía otras prioridades. Por lo que ahora se requiere la urgente actuación de la Cancillería, la que, al mando de un profesional del servicio diplomático como Óscar Maúrtua, estimamos que estará a la altura del desafío.
Lo más lamentable es que la situación en la mayoría de los sectores sería similar a la descrita anteriormente. Es que, por lo apreciado hasta el momento, las calificaciones de los funcionarios de alto nivel en los ministerios y otras reparticiones públicas no son las requeridas para los cargos a ocupar. Y se requieren 575 funcionarios de alto rango y con poder de decisión para operar eficientemente el sector público, entre ministros, viceministros, directores generales, secretarios generales y asesores de la alta dirección. Y por lo visto hasta el momento, el gobierno de Perú Libre no tiene, ni remotamente, el número de operadores requeridos para ejecutar eficientemente las tareas encomendadas.
De otro lado, la Contraloría finaliza su informe de gestión sobre el primer año de la pandemia, precisando que el Estado peruano, desde los distintos niveles de gobierno, deberá aprender de la experiencia de este primer año de la covid-19. “En tanto que el nuevo Gobierno tendrá que tomar decisiones de manera más célere y efectiva haciendo que la administración pública, particularmente la burocracia intermedia, ejecute su implementación oportuna ahora que se avecinaría la tercera ola de la pandemia en nuestro país”. Lamentablemente, por lo que parece hasta el momento, el nivel de eficiencia sería inclusive menor que el registrado durante el Gobierno anterior. Y la situación en la mayoría de los sectores es similar.
Además, se aprecia una clara ausencia de liderazgo de parte del presidente Castillo; el que posiblemente obligado por Cerrón, impulsó la alternativa maximalista de enfrentamiento con un gabinete radical de confrontación. En el que no importó que sus integrantes no tuvieran la mínima formación requerida para sus cargos. Y a pesar del corto tiempo transcurrido, los resultados están a la vista. Por lo que Castillo tiene que despertar de su letargo, percatarse del desastre que su primer gabinete ha generado en solo 24 días, cambiarlo, privilegiar las urgencias de las crisis y cumplir la obligación para la que fue elegido: liderar el país.
Fuente: Gestión