Por: Pedro Grados Smith, Director de la Carrera de Economía de la ULIMA.
En un reciente artículo en el diario El Comercio, el economista Diego Macera, gerente general del Instituto Peruano de Economía (IPE), refiriéndose a la posibilidad de una rápida recuperación de la economía peruana, comenta el caso como una situación en la cual “la mesa está servida” para un gran banquete. Son varios los factores que generan que el gerente del IPE considere altamente probable que tengamos una rápida recuperación.
En primer lugar, a pesar de las crisis económica, social y política, la estabilidad macroeconómica del Perú se ha logrado mantener gracias a la institucionalidad del Banco Central de Reserva (BCR), de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS) y del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Se mantienen las principales fortalezas de nuestra economía: un conservador nivel de deuda pública, una moneda nacional sólida a pesar de la reciente depreciación producto de la incertidumbre política, un nivel de inflación anual ligeramente por encima del 3 % por primera vez en los últimos años y el mantenimiento del grado de inversión del país, lo que permite endeudarse a tasas competitivas si fuera necesario.
En segundo lugar, un sector privado que, hasta antes de la actual incertidumbre política -que esperamos se resuelva más temprano que tarde-, ha logrado, como lo demuestran las cifras de crecimiento del producto bruto interno (PBI), recuperarse comparativamente al año 2020. Sin considerar que hay sectores de servicios, como el turístico, a los cuales todavía no se les autoriza su normalización debido a la pandemia. Tanto el BCR como el MEF estiman que el crecimiento del PBI estará aproximadamente en 10 %, con lo que en los primeros meses del año 2022 el país alcanzaría los niveles productivos del año previo a la covid-19.
En tercer lugar, el avance de la vacunación viene superando todas las expectativas, lo que aseguraría un mayor ritmo de apertura de las actividades económicas que todavía no logran autorización para su normal funcionamiento. Adicionalmente, la vacuna más aplicada se encuentra dentro de las más efectivas.
En cuarto lugar, el entorno internacional es positivo. Se vienen recuperando tanto los precios de nuestros principales productos de exportación -como el cobre y otros metales- como las tasas de crecimiento de nuestros principales socios comerciales -China y Estados Unidos-, todo lo cual contribuirá a un mayor dinamismo de las actividades productivas en el Perú.
Sin embargo, aprovechar estas oportunidades requerirá directamente del pragmatismo del próximo Gobierno. Continuar con buenos resultados en economía está asociado al ritmo de crecimiento de la inversión privada, y de las políticas públicas que permitan una más rápida recuperación del empleo.
Finalmente, y quizás el aspecto más importante, es fundamental que se logren consensos políticos pragmáticos, que pasen por realizar todos los cambios a los que se aspire en la Constitución a través del Congreso de la República y no de la llamada Asamblea Constituyente, sobre la cual no existe acuerdo ni entre los constitucionalistas ni entre los electores, y que según las últimas encuestas se considera mayoritariamente la importancia de no cambiarla, o de aplicar algunos cambios específicos.
Una nueva oportunidad se le presenta al Perú, a 200 años de su independencia. Ojalá al final de este nuevo período democrático se haya logrado mantener la estabilidad económica del país junto con una mejora de la situación social. Termino con una reflexión de Osvaldo Sunkel, uno de los principales economistas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), cuando hace más de 30 años tuve la oportunidad de entrevistarlo paseando por los barrios de Lima, y me comentó que “los equilibrios sociales son tan necesarios como los equilibrios económicos” si se busca la sostenibilidad de una sociedad.
Fuente: Gestión