César Puntriano
Abogado – Estudio Muñiz
Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), llevada a cabo en julio pasado, para la mayoría de la población la corrupción es uno de los principales flagelos en nuestro país.
La corrupción, qué duda cabe, impacta en la competitividad nacional, y así lo demuestran los resultados del Informe de Competitividad Global del año 2019, publicados por el Foro Económico Mundial. Este informe, que incluye a 141 economías (99% del PBI mundial y 94% de la población mundial), evidencia que el Perú pierde dos posiciones respecto del año anterior, situándose en la ubicación 65. Uno de los aspectos que impacta negativamente en los resultados globales es justamente la corrupción (estamos ubicados en el puesto 91 de 141 países).
Pero ¿cuál es la causa de la corrupción? En realidad, las causas son varias. Desde razones culturales, falta de valores (debilidad educativa), ausencia de legislación adecuada, reparto desigual de riqueza, funcionamiento inadecuado de las instituciones públicas, entre otras. Esto último se relaciona con una administración pública ineficiente, burocracia innecesaria, falta de transparencia, etc. Como respuesta a ello, la reforma del servicio civil emprendida hace más de una década con la creación de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir) tuvo como objetivo mejorar la calidad de los servicios al ciudadano, lo cual exige que la meritocracia sea el fundamento para la contratación y crecimiento profesional de los servidores públicos. Esto supone contar con personal estable, calificado y remunerado adecuadamente.
Vemos esfuerzos y avances al respecto, pero aún no se cristaliza la esperada reforma del servicio civil. Las entidades públicas aún contratan personal fuera de planilla o temporal, las remuneraciones no son competitivas, no se atrae a profesionales de primer nivel, tampoco se permite negociar colectivamente mejoras económicas. Esto no contribuye a que se anteponga el interés del ciudadano sobre los objetivos personales. Hay buenos servidores públicos, sin duda, pero la reforma integral es necesaria. Atraigamos y retengamos el talento con óptimas de condiciones de trabajo. No descuidemos esta tarea pendiente.
Fuente: Gestión