Por Rafael Zavala
Experto en Gestión del Talento Humano de la Universidad de Piura.
Planteo los tres errores que más me han costado y quizá a muchos también. Sé que son obvios, pero a veces perdemos el sentido común y oscurecemos lo evidente.
Uno, es errar en el blanco. Vivimos para ser felices, pero una cosa es “ser” feliz, es decir, vivir con la conciencia tranquila, y la otra “estar” feliz: acumular placeres y evitar sufrimientos para maximizar el momento. Dos enfoques distintos. El principal enemigo de la felicidad es confundir ambos términos y, por ende, fallar en el blanco porque cambiamos propósitos por sensaciones. Es decir, buscamos “ser” felices en cosas que nos hacen “estar” felices. De esa manera, mientras más persigamos la felicidad, más escurridiza se hará.
Otro error es no priorizar. Nos arrepentimos de no pasar más tiempo con la familia y amigos. Constantemente sacrificamos el hoy por un futuro mejor. Entrenados en viajar a mil por hora, nuestros ratos libres (si los tenemos) nos producen una sensación de “pérdida de tiempo”.
No es con quién pases más tiempo, sino con quién tienes los mejores recuerdos. Cuando uno quiere, saca tiempo, cuando no, saca excusas. Necesitamos reorganizar los distintos frentes abiertos. Siempre hay tiempo para lo que es importante. Y si no, quizá no lo es tanto. Para ello, acostumbrémonos a fiscalizar la agenda.
Las personas exitosas blindan su tiempo libre porque la calidad de su vida está determinada por la calidad de su gestión del tiempo.
El tercer error es la falta de curiosidad.
Pensar, aprender, innovar, descubrir y actuar son urgentes. Solemos arrepentirnos de todo lo que no hemos hecho. Lo que existe siempre le gana a lo que no existe. No vivas anestesiado, conéctate con tus emociones.
¡A vivir, que la vida es hoy!
Mi futuro no existe, me toca inventarlo hoy. Dejaré de soñar tanto y comenzaré a vivir un poco más. No quiero pasar por más crisis para enfocarme en lo importante como si fuera urgente.
“Aunque nada cambie, si tú cambias, todo cambia”, decía Marcel Proust. Empezar a hacerlo puede ser nuestra tarea más inaplazable porque no hay nada que sea más importante en la vida.
Fuente: El Peruano