Por: Gonzalo de Las Casas (Abogado. Socio principal de Rebaza, Alcázar & De las Casas)
No es la primera vez que el país enfrenta una crisis que afecta a la actividad empresarial, la diferencia es que, en esta oportunidad, la crisis es global e impacta en diversos sectores.
Lo que sigue es redefinir la actividad empresarial, que supone redimensionar las empresas para actuar con reglas de equilibrio financiero en un mercado transformado por la crisis.
¿Cuánto puede hacer el Gobierno para evitar insolvencias masivas? Programas como Reactiva Perú son una ayuda, pero no solucionan el problema de fondo. Entonces ¿será necesario recurrir a la flexibilidad laboral para evitar quiebras masivas de las empresas?
Sobre la base de los antecedentes, puesto que las empresas no pueden resolver el problema vía acuerdos con sus trabajadores, se vuelven más vulnerables al ingresar a un área de riesgo de insolvencia. Recurrir a aportes para cubrir pérdidas es una opción, pero no hace más que extender la agonía, si no viene una recuperación de la economía en su conjunto.
El crédito y la regulación
Las empresas emplean su máxima capacidad de endeudamiento para afrontar la crisis; en ese sentido, la liquidez funciona como oxígeno en el tanque de un buzo en el fondo del mar, quien conoce entonces su capacidad de permanencia por debajo de la superficie.
En esta crisis, el nivel liquidez (u oxígeno) está basado en proyecciones sobre el tiempo que durará el proceso de recuperación y aquí, entonces, resultará primordial la capacidad del buzo de retornar a la superficie en búsqueda de recargar el tanque. Ello supone más crédito para sostener la empresa en un período donde el gasto es mayor al ingreso.
¿Qué hay que hacer?
Primero, seguir las recomendaciones de los técnicos en el frente sanitario.
Segundo, realizar cambios en el marco legal que resulten necesarios para priorizar la recuperación de las empresas; pensar en un marco de excepción en los temas fiscales, laborales, entre otros.
Tercero, promover la inversión y acelerar la reactivación de los sectores claves como la construcción, que implica un mayor dinamismo en los proyectos ya priorizados por este gobierno.
Cuarto, reestructurar pasivos antes que liquidar empresas. Esta debe ser la regla hoy. Nuestro sistema concursal liquida el 98% de las empresas que recurren al concurso. La razón, las empresas llegan tarde al procedimiento y muchas veces por errores en su gestión, lo cual genera desconfianza en los acreedores sobre si con esos gestores se puede recuperar el negocio, por lo que deciden la liquidación. Por eso, debe acudirse a reprogramaciones de pasivos vía procedimientos concursales eficientes y expeditivos, de forma que se puedan acoger las empresas que lo requieran en un tiempo oportuno para recuperarse.
Liquidar en el Perú solo ha permitido la recuperación, en promedio, del 6% de los créditos afectados por la crisis y esa sería la consecuencia de no reestructurar bien y a tiempo a las empresas.
Urge entonces redefinir una agenda que permita esquemas de sinceramiento empresarial, en que los patrimonios de las compañías no se vean erosionados por pérdidas generadas por el covid-19.
Por el momento, a bucear con el oxígeno que se tiene, pero escoger un salvavidas antes que confundir un paseo submarino con un verdadero naufragio.
Fuente: El Peruano