Aunque ya existen hace tiempo, los tokens no fungibles (non fungible tokens o NFT por sus siglas en inglés) se han puesto de moda hace unos meses. Al igual que las criptomonedas, como bitcoin o ethereum, existen en una blockchain. Pero a diferencia de ellas, son únicas y, al no ser fungibles, no son intercambiables entre sí.
Es por eso que los tokens no fungibles se utilizan para promover el arte digital o criptoarte. “Se crea una obra de arte, que puede ser un cuadro o una canción, en un token que es único y que puede ser transferido a través del mundo digital”, explica Álvaro Castro, socio de Sumara Hub Legal.
¿Qué tiene esto de excepcional? Al utilizar la tecnología blockchain, los tokens —es decir, las obras de arte— son rastreables e inmutables, a diferencia de lo que sucede en el mundo no cripto, donde no se puede distinguir una copia del original ni quiénes tienen una copia. En cambio, con los tokens no fungibles es posible rastrear cada transferencia de propiedad.
Oportunidad para los artistas
Por sus características, los NFT garantizan la autenticidad de las obras de arte y son percibidos como una fuente de ingresos para los artistas, tanto bajo un esquema de regalías o porque simplemente es más sencillo comercializar en el mundo digital que en el mundo físico.
“La ventaja para los artistas es que no se puede piratear y, si se hace, va a ser evidente. El hecho de que sea tan obvio que alguien está comprando una copia ya le da valor al artista”, enfatiza Castro.
En el mundo ya se han registrado transacciones de US$ 11 millones por canciones digitales y US$ 70 millones por una obra de arte digital. En Latinoamérica los NFT ya empiezan a cobrar relevancia. A inicios de este año, la obra digital “Beso estrellado” de la artista colombiana Camila Fierro, conocida como Fira, se vendió por unos 0.3 Ether (poco más de US$ 500).
En el Perú se está organizando el primer festival de ilustración digital y NFT para acercar a los artistas digitales hacia el mundo del mundo del blockchain a través de la tokenización de sus obras. “Esto también va a entrar al Perú y posiblemente sea una fuente interesante de ingresos para los artistas y para la protección de la propiedad intelectual”, adelanta Castro.
Fuente: Gestión